Siempre se ha dicho que la mente es un caballo al que hay que dominar para que no se desboque. Para ello nada mejor que reordenar nuestros pensamientos para que su negatividad no sea la culpable de nuestro deterioro físico y emocional. Con ello podremos entender por qué la gente actúa de una manera determinada, adaptarnos a las circunstancias y a la vez cambiar nuestra manera de pensar para conseguir nuestro propio equilibrio emocional.
La empatía, aún siendo una extraordinaria habilidad social de comunicación, no está tan extendida entre las personas como cabría esperar, a tenor de los problemas que surgen en el día a día en el ámbito laboral. ¿Qué es la empatía?, ¿para qué sirve?, ¿cuándo es preciso ponerla en práctica?, ¿qué ventajas genera el uso continuado de esta habilidad en propios y extraños? ¿Por qué nos cuesta tanto exponer nuestra idea a jefes y compañeros, con lo buena que es? ¿Por qué cada vez nos sentimos más desbordados por los problemas, hasta el punto de pensar que nada sale bien? ¿Por qué cuando más estresados estamos, los problemas empiezan a surgir de la nada? De entre todas las habilidades sociales necesarias para establecer sólidas y duraderas relaciones interpersonales, sin lugar a dudas, la empatía es la estrella de la corona. A través de este libro, la autora se servirá de casos reales con nombres ficticios para demostrar la importancia de esta habilidad en la relación con clientes internos y externos. De igual forma, con los ejemplos mostrados, los lectores se darán cuenta de cómo un determinado problema puede dejar de serlo utilizando y desarrollando comportamientos empáticos.
Uno de los elementos clave que forma parte la inteligencia emocional, es la empatía, la cual pertenece al dominio interpersonal. La empatía es el rasgo característico de las relaciones interpersonales exitosas. Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de empatía? La empatía no es otra que "la habilidad para estar consciente de, reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás". En otras palabras, el ser empáticos es el ser capaces de "leer" emocionalmente a las personas.
Es sin duda una habilidad que, empleada con acierto, facilita el desenvolvimiento y progreso de todo tipo de relación entre dos o más personas. Así como la autoconciencia emocional es un elemento importantísimo en la potenciación de las habilidades interpersonales de la inteligencia emocional, la empatía viene a ser algo así como nuestra conciencia social, pues a través de ella se pueden apreciar los sentimientos y necesidades de los demás, dando pie a la calidez emocional, el compromiso, el afecto y la sensibilidad.
¿Cómo se desarrolla la empatía?
La empatía se da en todas las personas en mayor o menor grado.
No se trata de un don especial con el que nacemos, sino de una cualidad que podemos desarrollar y potenciar.
La capacidad para la empatía empieza a desarrollarse en la infancia.
Los padres son los que cubren las necesidades afectivas de los hijos y los que les enseñan, no solo a expresar los propios sentimientos, sino también, a descubrir y comprender los de los demás.
Si los padres no saben mostrar afecto y comprender lo que sienten y necesitan sus hijos, estos no aprenderán a expresar emociones propias y por consiguiente, no sabrán interpretar y sentir las ajenas.
De ahí la importancia de una buena comunicación emocional en la familia desde el principio.
La capacidad para la empatía se desarrollará más fácilmente en aquellas personas que han vivido en un ambiente en el que han sido aceptadas y comprendidas, han recibido consuelo cuando lloraban y tenían miedo, han visto como se vivía la preocupación por los demás...
En definitiva, cuando las necesidades afectivas y emocionales han estado cubiertas desde los primeros años de vida.
Entre los errores que solemos cometer con más frecuencia a la hora de relacionarnos con los demás están esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos; escuchar con prejuicios y dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre; juzgar y acudir a frases del tipo "lo que has hecho está mal", "de esta forma no vas a conseguir nada", "nunca haces algo bien"... ; sentir compasión; ponerse como ejemplo por haber pasado por las mismas experiencias; intentar animar sin más, con frases como "ánimo en esta vida todo se supera"; dar la razón y seguir la corriente....Todo esto, lo único que hace es bloquear la comunicación e impedir que se produzca una buena relación empática.
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